Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

sábado, 12 de enero de 2008

Magisterio de Juan Pablo II


El padre Ricardo Mazza (ver sus varios contactos al final del artículo) me ha enviado un escrito suyo Juan Pablo II “El Grande” de abril del 2005, cuando despediamos a Juan Pablo II, y que contiene referencias y brevisimos comentarios acerca de algunos documentos puntuales de su pontificado. El articulo es un poco largo para un blog, pero puede ser de gran ayuda para quien quiera profundizar en el magisterio de Juan Pablo II. Por eso he incluido tambien todos los enlaces. Gracias padre Mazza.

... El se supo amado desde el principio de su vida, de allí su defensa de toda vida humana como signo del amor del Padre, y respondió también con el amor del que da todo de sí, sin reservarse nada….
Estuvo cerca de los niños, recibiéndolos con cariño…. ¡Qué amor a la vida demostró siempre Juan Pablo II! De ahí su regalo para los hombres de buena voluntad en la Encíclica Evangelium Vitae (el Evangelio de la Vida-25/3/95)
….luchó señalando la malicia de la manipulación genética, publicándose bajo su pontificado la Instrucción de la Congregación para la doctrina de la Fe, “Donum Vitae” (el don de la vida, 22/2/1987)…..
Ante un mundo marcado por el hedonismo y la huída del dolor, que busca patológicamente el placer por el placer mismo, el papa señala el valor salvífico del dolor (Carta Apostólica Salvifici Doloris (11/2/1984), mirando a la cruz de Cristo que redime, purifica y prepara el camino de la resurrección
Es el Cristo Redentor de los Hombres (primera Encíclica “Redemptor Hominis” (4/3/1979) el que incansablemente presenta al mundo de nuestro tiempo como camino para llegar al Padre y como verdad que permite conocer el misterio del mismo hombre.
En ese amor servicial a los hombres estuvo presente siempre en clave de imprescindible, el papel de la familia como ámbito natural en el que nacen los hombres, se desarrollan como hijos de Dios, crecen en el señorío de sí mismos y se preparan para su inserción en el mundo ( Exhortación Apostólica Familiaris Consortio (22/11/1981) ; Carta a las Familias (Gratissimam sane (2/2/1994), y Carta de los derechos de la Familia
Siempre fiel a la verdad, se señala al mundo, bajo su pontificado, cuál es la verdad sobre el hombre y cuáles son las formas que degradan a la familia, y por lo tanto impiden un crecimiento armónico de sus miembros (“Homosexualitatis problema”(Congregación para la doctrina de la Fe – 1º de Octubre de 1986), “Familia, Matrimonio y Uniones de Hecho” Pontificio Consejo para la Familia (26/7/2000), (“Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales” -Congregación para la doctrina de la fe. 3/6/2003)
En conexión con la familia, no podía estar olvidada la figura de la mujer y su vocación a la maternidad o a la virginidad, a la vista del modelo de mujer, la Madre del Señor, y descubriendo la realidad creatural varón y mujer, que permite profundizar en la verdad sobre la persona humana, a la cual busca desdibujar la nefasta concepción de la perspectiva de género (Carta Apostólica “Mulieris Dignitatem”(la dignidad de la mujer) 15/8/l988)
Ante el hombre que se interroga sobre el sentido de las cosas y de su propia existencia, responde el papa con la Encíclica “Fides et Ratio” (La fe y la razón- 14/9/1998).
A los católicos que quieren vivir seriamente su vocación laical en la vida política les dejará enseñanzas precisas que de alguna manera, muchas veces implica un llamado al testimonio martirial de la verdad (Encíclica Evangelium Vitae nºs 68-74, y 78-101, Enc. Veritatis Splendor nºs 84-108; nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política, 24/11/2002.)
Frente a una concepción de la moral en la que se desliga la libertad de la verdad y se reduce al hombre a su subjetividad, con una conciencia creativa de valores , en la que no se hace responsable de sus actos intrínsecamente malos, considerados pre-morales, el papa responde con la Encíclica “Veritatis Splendor” (El Esplendor de la Verdad (6/8/1993).
Ante la propia experiencia vivida en el mundo obrero, junto al clamor sufriente de tantos por las injusticias agobiantes del corazón humano, Juan Pablo II nos enriquece con su profusa enseñanza social ( Encíclicas Laborem Exercens (14/9/1981), Sollicitudo rei socialis(30/12/1987 Centesimus annus (1991) y variados documentos y discursos de carácter social.
La conexión entre Juan Pablo II y los jóvenes fue una realidad que todos hemos percibido en el transcurso de su pontificado. No dejó de mostrarle a Cristo de una manera especial, no aguó la exigencia del Evangelio para atraerlos, sino por el contrario, el llamado a la heroicidad fue constante.
Y así, el pontífice les decía a los jóvenes que “ si el hombre es el camino fundamental y cotidiano de la Iglesia, entonces se comprende bien por qué la Iglesia atribuye una especial importancia al período de la juventud como una etapa clave de la vida de cada hombre..(Ya que)..en vosotros está la esperanza, porque pertenecéis al futuro, y el futuro os pertenece”, ( Carta Apostólica con ocasión del año internacional de la juventud (31/3/1985)
Y si el Hijo de Dios estuvo presente en la primera Encíclica de su pontificado (Redemptor hominis donándose como alimento y presencia en la Eucaristía (Ecclesia de Eucharistia –17/4/2003-), no podía dejar de lado la paternidad misericordiosa de Dios en “Dives in Misericordia”(30/11/1980) (rico en misericordia), a quien todo se orienta, ni olvidar la acción del Espíritu en “Dominum et vivificantem” (18/5/1986) en unión con la Madre de Jesús que nos acompaña en el peregrinar de la Iglesia ( Encíclica Redemptoris Mater (25/3/1987) , bajo la mirada del glorioso Patriarca San José (Exhort. Apostólica Redemptoris Custos (Custodio del Redentor, 15/8/1989), y llamados a la unidad de todos los cristianos (Encíclica Ut Unum Sint - Que todos sean uno, 25/5/1995)
Y de este modo, Juan Pablo II, invitándonos permanentemente a la reconciliación con Dios y nuestros hermanos (Exhort. Apostólica “Reconciliación y Penitencia”- 2/12/84), nos deja un limpio sendero a transitar por el que podamos crecer como hijos de Dios, evangelizar al mundo de hoy (Enc. Redemptoris Missio (7/12/90)
y así llegar al fin de nuestros días como él lo hizo diciendo “soy feliz.”
(1)Artículo escrito el 10 abril de 2005.
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