Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 1 de febrero de 2008

Juan Pablo II – Viaje a la India 1986 – Madre Teresa


El 1 de febrero de 1986 los pies del Santo Padre peregrino se posaban en tierra de la India. Habia partido de Roma el dia anterior para un viaje de 10 dias y comenzaba su extensa gira de Pastor volando de un punto a otro a lo ancho del vasto subcontinente visitando Calcuta, Ranchi, Shillong, Madras, Goa, Mangalore, Trichur, Cochin, Ernakulam, Verapoly, Kottayam, Trivandrum, Vasai, Puna, Goregaon y Bombay.
El dia de su llegada en el lugar donde habia sido cremado Mahatma Gandhi en 1948, predicó sobre las bienaventuranzas. Estuvo en el Estado de de Asma en el lejano nordeste, generalmente vedado a los extranjeros, y ofició misa mientras los campesinos locales permanecían literalmente acorralados para ser mantenidos bajo control. En Madras rezó en el sitio donde, según la tradición, está la tumba del apostol Tomás.
El servicio a los pobres y a los abandonados fue una constante en sus alocuciones en Shillong, Madras, Goa, Mangalore y por supuesto en Calcuta. Allí se encontró con la imagen viviente del servicio cristiano en la India a los pobres, la Madre Teresa, quien, con el correr de los años rescató de la marginación alrededor de 50.000 enfermos de la India hospedándolos en su “Casa del corazón puro” . La amistad entre Juan Pablo II y la pequeña y delgada religiosa nacida en Albania era profunda e intuitiva: se entendían “sin muchas palabras” expreso en una oportunidad uno de los allegados a Juan Pablo II. Para el papa la Madre Teresa era un ser hecho mensaje para el siglo XX y una confirmación viva que la Ley del Don esculpida en la naturaleza humana puede ser vivida de manera tal que le brinde una profunda felicidad. Nadie se sentía mas feliz que la propia Madre Teresa que vivia una vida de ascetismo casi inimaginable, rodeada de sufrimiento. Dondequiera se encontraran (generalmente era en Roma) la religiosa hablaba del progreso de su comunidad: las Misioneras de la Caridad: “He abierto una casa en Rusia” o “He abierto una casa en China”. Que esta comunidad de mujeres religiosas que vivia la forma mas dura de compromiso progresase era sencillamente impactante. Mas impresionante aun era la vida cotidiana de las Misioneras de la Caridad y la serenidad con que enfrentaban esa vida tan dura. Juan Pablo II decidió que Roma debía ofrecer algo de ese testimonio. Como mas tarde recordaba, al regresar de la India, venia decidido a abrir un hospicio al cuidado de las hermanas de la Madre Teresa, dentro del Vaticano.
El trabajo de la comunidad de la Madre Teresa en la India, donde los cristianos son una escasa minoria, les concedia cierta autoridad en la sociedad india que aún el más nacionalista debia respetar. La realidad de la Madre Teresa y las Misioneras de la Caridad en las villas marginadas de Calcuta habla tambien de una verdad acerca de particularidades y universalidades aplicables fuera de la India. La Madre Teresa no era una persona agraciada en términos de apariencia física pero era un ejemplo de modelo universal por ser una cristiana radicalmente comprometida. Ella y sus hermanas encarnaban dos bondades universales: compasión y un profundo respeto por la dignidad humana de los pobres entre los pobres a la luz de la “particularidad” del catolicismo. Ella representaba además la refutación viva de la postura tan extendida en el mundo moderno que un compromiso particular llega a estrechar el horizonte.

Traducido del original en ingles: Weigel, George: Witness to Hope – Biography of John Paul II (Harper Perennial, 2005)

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