Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

jueves, 6 de marzo de 2008

Juan Pablo II y El Salvador – 25 años de su primer visita 1983 - 1


El 6 de marzo de 1983 el Santo Padre Juan Pablo II llegaba por primera vez a tierra salvadoreña. A las 9.54 de la mañana de ese domingo Juan Pablo II se arrodilló y beso el suelo del Aeropuerto de Ilopango. El Salvador estaba en plena guerra civil. No obstante su llamado fue dejar las armas y dialogar. Hubo, de hecho, un cese de hostilidades durante la visita del Santo Padre, lamentablemente los enfrentamientos continuaron después de su partida y recién en 1992 se firmaron los Acuerdos de Paz.

En su mensaje inicial desde el Aeropuerto saludó a todos los salvadoreños expresando que esperaba que su visita que hacia “bajo la enseña de la paz, ayude a detener el conflicto y a reunir de nuevo a esta querida familia salvadoreña en un hogar sereno, donde todos os sintáis hermanos de verdad. Que la buena voluntad de todos, y en particular de los hijos de la Iglesia, depuesto todo sentimiento de egoísmo y de odio, se aplique en adelante a promover la justicia, base hacia la esperanza, para lograr una tierra nueva, fecunda en frutos de verdad y de reconciliación cristiana”

Al proseguir la caravana su camino hacia el templete del Metrocentro, donde celebraría la Santa Misa, unas 500 mil personas lo vitorearon al paso de su “papamovil”. Antes de su llegada al lugar, y fuera de agenda, pidio un desvío hacia la Catedral Metropolitana. Alli “donde reposan los restos mortales del celoso Pastor a quien el amor de Dios y el servicio a los hermanos condujeron hasta la entrega misma de la vida de manera violenta, mientras celebraba el Sacrificio del perdón y reconciliación” oró y bendijo la tumba del Arzobispo Oscar Arnulfo Romero, asesinado el 24 de marzo de 1980 mientras oficiaba una misa para enfermos de cáncer en la capilla de la Divina Providencia. Saludó tambien a los demás Pastores y dirigió su plegaria “al Dios justo y misericordioso para que su luz brille perpetuamente sobre todos aquellos que se sacrificaron por todos

Una multitud lo esperaba en el Metrocentro. Alli, durante la homilía, expresó “Esta Iglesia que, unida a todos los hermanos en la fe de América Central y del mundo, se congrega con el Papa junto al altar del Señor, viene a buscar en El la raíz de su unión, de su vida y esperanza, la fuente de la paz y la reconciliación”. Desde allí lanzo el mensaje a los salvadoreños a “ser artesanos de la paz” expresando que “Con la sangre de Cristo podemos vencer al mal con el bien….. El mal de la división entre los hombres, que ha sembrado el mundo de sepulcros con las guerras, con esa terrible espiral del odio que arrasa, aniquila, en forma tétrica e insensata” y pidió el diálogo. Nadie debe ser excluido del esfuerzo por la paz, expresó..…… “Que haya paz entre vuestros pueblos. Que las fronteras no sean zonas le tensión, sino brazos abiertos de reconciliación…. Y que Maria, Reina de la paz y Madre común, estreche a todos sus hijos en un abrazo de concordia y esperanza

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