Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 9 de mayo de 2008

Juan Pablo II y Uruguay - 20 años - 4


La actividad que el Santo Padre Juan Pablo II realizó durante su segunda visita a Uruguay entre los dias 7 y 9 de mayo de 1988 fue intensísima. Pensando ya en el 5to centenario de la llegada del cristianismo a Sud America en sus diferentes homilías subrayó la evangelización, la justicia y la dignidad humana.

En la Celebración de la Palabra en la Explanada del Barrio La Concordia, Melo el Santo Padre expresó “Yo no quiero anunciaros otra cosa, mas que a Cristo Redentor; a Jesucristo, el Hijo de Dios, que trabajó con sus manos, para enseñarnos cómo debemos comportarnos en nuestro esfuerzo por construir de modo solidario un mundo mejor”......aquel “hijo del carpintero” (Mt 13, 5), que pasó la mayor parte de su existencia terrena compartiendo la vida de cada día con sus hermanos los hombres y ocupando sus años como un trabajador”… “aquel Jesus que “sabe cómo una mujer mezcla la levadura y la harina para hacer el pan (cf. Mt 13, 33); cómo se remienda un vestido roto (cf. Lc 5, 36); cómo negocia un buscador de perlas (cf. Mt 13, 45-46) y también cuáles son las posibilidades de negociar con el propio dinero (cf. Ibíd. 25, 14-17). Asimismo al Señor no le resulta indiferente la suerte de los que están desocupados, a la espera de ser contratados para trabajar (cf. Mt 20, 1)

Con numerosas citas a la Encíclica Laborem Exercens, se refirió al esfuerzo humano, la laboriosidad, la actividad creadora, reiterando que “Mediante su trabajo (el hombre) participa en la obra del Creador y, según sus propias posibilidades, en cierto sentido, continúa desarrollándola y la completa, avanzando cada vez más en el descubrimiento de los recursos y de los valores encerrados en todo lo creado” (Ibíd. 25).

El trabajo no es, pues, algo que el hombre debe realizar sólo para ganarse la vida; es una dimensión humana que puede y debe ser santificada, para llevar a los hombres a que se cumpla plenamente su vocación de criaturas hechas a imagen y semejanza de Dios”.

“Todo trabajo es testimonio de la dignidad del hombre, de su dominio sobre la creación, y cualquier trabajo honrado es digno de aprecio! Llamó a “Instaurar una “civilización del trabajo” tarea que requiere la participación solidaria de toda la sociedad”. Destacó además “la importancia de valorar socialmente las funciones que con abnegación y entrega, desempeñan en sus casas, las madres de familia”.

Después del Regina Caeli tuvo lugar un encuentro con los obispos uruguayos en la Nunciatura Apostólica de Montevideo y mas tarde la Celebración eucarística y ordenaciones sacerdotales en Florida.

En su homilía de la Santa Misa en el «Parque Mattos Neto» el lunes 9 de mayo de 1988 se refirió nuevamente a la evangelización a “los quinientos años de evangelización… de la llegada de la “Buena Nueva” hasta lo que entonces eran “los confines de la tierra”…a los primeros evangelizadores, quienes “movidos por la fe en esas palabras de Cristo y por su amor a las almas, realizaron una labor admirable para acercar a Cristo a los pueblos recién conocidos”. Agradeció el “ trabajo denodado de tantos sacerdotes, religiosos y laicos y recordaba a todos aquellos que incansablemente han proclamado aquí la “Buena Nueva”, generación tras generación, reiterando que “El tiempo nuevo de evangelización se inicia por la conversión del corazón”…... “La evangelización, que tiene como proyección necesaria también la preocupación por el bienestar material del prójimo y por hallar remedio a sus necesidades, será eficaz si culmina en la práctica sacramental, que es el cauce por donde discurre la nueva vida que Cristo ofrece como fruto de la redención”, …... “La evangelización será “nueva en sus métodos” si cada uno de los miembros de la Iglesia se hace protagonista de la difusión del mensaje de Cristo “Todos los fieles” –os digo con palabras del Concilio Vaticano II– “tienen el deber de hacer apostolado, según su condición y capacidad” (Apostolicam actuositatem, 6). La evangelización es pues tarea de todos los miembros de la Iglesia. Cada hombre y cada mujer cristianos han de adquirir un sólido conocimiento de las verdades de Cristo –adecuado a su propia formación cultural e intelectual–, siguiendo las enseñanzas de la Iglesia. Cada uno ha de pedir al Espíritu Santo que le permita llevar el “alegre anuncio”, la “Buena Nueva”, a todos los ambientes en que se desarrolla su existencia.”
En la Ceremonia de despedida después de proceder a un brevisimo resumen de sus palabras en las varias homilías, agradeció al “pueblo de Uruguay, por la hospitalidad que has dado al Papa y por la acogida que has reservado a su palabra de sembrador de esperanza evangélica!” para partir desde el Aeropuerto de Carrasco de Montevideo hacia Bolivia.

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