Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

sábado, 7 de junio de 2008

Juan Pablo II Primer Viaje a Polonia - 1979 - 8 Krakow (2)

“…La Iglesia se ha abrazado con mi tierra,
Para que todo lo que está atado en ella,
Esté también atado en los cielos…..

Está para terminar la primera época
Y va a comenzar la segunda.
Alzamos en las manos el Signo
Del tiempo inevitable”

Decía Karol Wojtyla en su poema »Estanislao».

También él habia estado comprometido por entero con su Iglesia y su tierra y la Divina Providencia le habia ampliado su misión para llevar la Palabra al mundo entero y comenzar una segunda epoca en su vida de Pastor.

A la emoción de encontrarse en Krakow, se sumaría al dia siguiente la peregrinación al Santuario de la Madre de Dios en Kalwaria Zebrzydowska, a su Wadowice natal y al lugar del horror y sufrimiento de Oswiecim y Brzezinka.

Desde Krakow, a primera hora de la mañana, el jueves 7 de junio de 1979, Juan Pablo II peregrinó al santuario mariano de Kalwaria Zebrzydowska.

En la explanada durante una ceremonia ofreció un discurso recordando los Santos Lugares de Jerusalén reproducidos alli, esos senderos que habia visitado de niño, de joven, de sacerdote y como Arzobispo de Krakow.

Frecuentemente tambien solo, “andando por los senderos de Jesucristo y su Madre podia meditar sus misterios santisimos y encomendar a Cristo, por medio de Maria, los problemas especialmente difíciles y de singular responsabilidad en mi complejo ministerio. Puedo decir que casi ninguno de estos problemas ha madurado sino aquí, mediante la oración ante este gran misterio de la fe que Kalwaria esconde dentro de si”


Animó a todos a visitar el Santuario y a todos también, pero sobre todo a los jóvenes les instó “no ceséis de orar; es necesario orar en todo tiempo y no desfallecer….Orad y formad, mediante la oración, vuestra vida” Es la invitación más importante – decía – el mensaje más esencial del Papa
Al mediodía del jueves 7 de junio visitó su pueblo natal Wadowice, donde fue objeto de un recibimiento especialmente cálido, desbordando afecto. Entre sus amigos y conocidos de la infancia y la juventud era natural que se sintiera inmensamente feliz. Con profunda emoción visitó la iglesia parroquial, besó la pila de su bautismo, se recogió en oración y respondiendo al saludo de su antiguo párroco pronuncio un discurso:
“…Llego hoy con gran emoción a la ciudad en que nací, a la parroquia donde fui bautizado

y acogido para formar parte de la comunidad eclesial, al ambiente al que estuve vinculado durante dieciocho años de mi vida…han transcurrido muchos años vuelvo con el pensamiento y el corazón a la escuela elemental aquí en Rynek (Plaza del Mercado) y el instituto de Wadowice “Marcin Wadowita” que frecuentaba. Vuelvo con el pensamiento y el corazón a mis coetáneos, compañeros y compañeras de escuela, a nuestros padres, maestros y profesores….Sabemos lo importante que son los primeros años de vida, de la infancia, de la adolescencia para el desarrollo de la personalidad humana, del carácter. Precisamente estos años me unen indisolublemente a Wadowice, a la ciudad, y a sus alrededores, al rio Skawa, a las cadenas de los Beskidy. Por esto he deseado tanto venir aquí, para dar gracias a Dios con vosotros por todo el bien que aquí he recibido. Además deseo fijar mi morada en el rostro de la Madre del Perpetuo Socorro en su imagen de Wadowice.

Mi oración se dirige hacia tantos difuntos, comenzando por mis padres, por mi hermano y mi hermana, cuyo recuerdo para mí esta ligado a esta ciudad”.
Expresó tambien su gratitud a Mons. Edward Zacher, su profesor de religión y quien tuvo el sermón en su primera Misa.

Un momento excepcional y conmovedor de la peregrinación de Juan Pablo II por tierras polacas, fue la visita a los campos de concentración de Oswiecim y Brzezinka.

En el “lager” de exterminio, con profunda emoción, celebró la misa y ante una inmensa multitud pronunció una homilía….”Dar uno la vida por sus amigos…una victoria, para el amor que la fe ha vivificado hasta los extremos del último y definitivo testimonio…Maximiliano Kolbe. En este lugar construido para la negación de la fe…y para aplastar radicalmente no solo el amor, sin todos los signos de la dignidad humana, de la humanidad…en ese lugar del terrible estrago, que supuso la muerte para cuatro millones de hombres de diversas naciones, el P. Maximiliano ofreciéndose voluntariamente a si mismo a la muerte, en el bunker del hambre, por un hermano, consiguió una victoria espiritual similar a la del mismo Cristo….pero esa es una victoria conocida…. hubo muchas más….como la carmelita sor Benedicta de la Cruz (Edith Stein)…en el lugar donde ha sido pisoteada de modo tan horrendo la dignidad humana, se ha conseguido la victoria mediante la fe y el amor…”


Vengo aquí hoy como peregrino – decía – Se sabe que he estado aquí muchas veces….cuantas veces. Y muchas veces he bajado a la celda de la muerte de Maximiliano Kolbe y me he parado ante el muro del extermino y he pasado entre las escorias de los hornos crematorios de Brzezinska….Vengo a este particular santuario..vengo para orar junto con todos vosotros….con Polonia y con toda Europa…me arrodillo en este Gólgota del mundo contemporáneo…ante todas las lápidas interminables…en particular ante la lápida con la inscripción en lengua hebrea que suscita el recuerdo del pueblo, cuyos hijos e hijas estaban destinados al exterminio total….y ante la lápida rusa. Ante esta lápida no se puede pasar con indiferencia... Finalmente ante la lápida en lengua polaca: seis millones de polacos perdieron la vida durante la segunda guerra mundial,: la quinta parte de la nación. Y Oswiecim…un testimonio de la guerra no basta visitar este lugar….hay que pensar con miedo donde están las fronteras del odio, las fronteras de la destrucción del hombre por obra del hombre, las fronteras de la crueldad.
¡No más la guerra, no más la guerra. Es la paz, la paz, la que debe guiar el destino de los pueblos y de toda la humanidad….jamás uno a costa de otro, a precio de servidumbre del otro, a precio de conquista, de ultraje, de explotación y de muerte!

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal!
De la pestilencia, del hambre, del fuego y de la guerra….y de la guerra, líbranos, Señor. Amen!

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