Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

lunes, 23 de junio de 2008

Pax vobis, Paz a ti Polonia! Patria mia! Juan Pablo II 2do viaje a Polonia 1.

Pax vobis, Paz a ti Polonia! Patria mia!


Entre el 16 y el 23 de junio de 1983 el Santo Padre Juan Pablo II visito su patria Polonia por segunda vez. A su llegada a Varsovia la acostumbrada “primera palabra dicha en silencio y de rodillas: besar este suelo, mi suelo natal”, costumbre que había tomado de Pablo VI. “Pero el beso que deposito en este suelo polaco, - decía - tiene para mi un significado especial. Es como besar la mano de la madre, porque la Patria es nuestra madre terrena. Polonia es una madre particular. Su historia no es fácil, especialmente en el espacio de los últimos siglos. Es una madre que ha sufrido mucho, siempre sufriendo nuevamente. Por eso también tiene derecho a un amor especial”.

Hubiese querido venir para el Jubileo del 600 aniversario de Jasna Gora en agosto de 1982, pero no fue posible debido a la ley marcial. Ahora venía en peregrinación hacia la venerada imagen de Jasna Gora para celebrar alli el Jubileo como lo habían estado haciendo millones de polacos durante ese año. Quería orar con ellos, administrar el servicio de la Palabra de Dios y de la Eucaristía y meditar juntos las grandes obras de Dios, y las obras humanas, las obras polacas en un momento difícil. Y en sus intenciones incluía la pacificación del espíritu no de los polacos sino del régimen.


Los primeros pasos de su viaje se dirigian directamente a la catedral de Varsovia, a la tumba del gran Primado del milenio, el cardenal Stefan Wyszynski. No habia podido asistir a su funeral el 31 de mayo de 1981, debido al atentado. Allí en la Catedral celebro la primera Santa Misa de ese viaje en tierra polaca por su alma y en agradecimiento a la Divina Providencia por haber donado a su patria este “incansable heraldo de la dignidad del hombre y del buen nombre de Polonia entre las Naciones de Europa y del mundo, hombre “fuerte en su fe en Cristo, piedra angular de la salvación del hombre, de la humanidad, de las naciones”. En esta Misa de la Santa Cruz quería celebrar, junto a la Iglesia de Polonia, el Año Santo de La Redención, que había comenzado el 25 de marzo de 1983.

Juan Pablo II venia a una Polonia distinta, la chispa encendida en su viaje de 1979 se bahía expandido, ya no había vuelta atrás, pero el régimen seguía poniendo trabas y la ley marcial seguía vigente (formalmente levantada en julio de 1983, después de su visita). La economía se habia deteriorado y la vida vuelto más dura. Por convicción y necesidad –dice George Weigel – la Iglesia en Polonia había adoptado una estrategia de resistencia por medio de la “independencia cultural” no muy distinta de la adoptada en tiempos aun peores de la ocupación nazi, una “extraterritorialidad moral”. Pero también había diferencia de opiniones en la Iglesia polaca acerca del origen y membresía de Solidarnosc, tampoco esa situación estaba en su mejor momento. Le habían vetado visitar Gdansk y Solidarnosc estaba prohibida. Pero se encontraría con Lech Walesa a solas durante 40 minutos en las montañas Tatra y el comunismo en Europa comenzaba a resquebrajarse. Lo que al principio aparentaba seria una visita “triste” según habría expresado un cronista citado por Weigel en Testigo de Esperanza finalmente sería una nueva afirmación de fe del pueblo polaco y otro paso hacia una mayor apertura. Juan Pablo II había venido para estar alli “al pie de la cruz de Cristo con todos sus compatriotas”. La visita produjo una catarsis, aunque no había sido esa su intención ni probablemente hubiese pensado que finalmente resultaría tan fructífera.

El mismo día de su llegada también mantuvo un encuentro con las religiosas en la Iglesia de los jesuitas en Varsovia. Agradecía sus servicios y con ellas pedía clemencia a Aquella que se había donado y se dona constantemente, para los “días venideros” de su estadía en su Patria para que ese fuese un buen comienzo de su peregrinación.

2 comentarios:

AleMamá dijo...

Saludos amiga. Pensar en el papa Juan Pablo II me da nostalgia y más ganas de apiñarme junto a su sucesor para que no sienta las comparaciones odiosas. Es que J.P. II fue grande de verdad.
Besos

Ludmila Hribar dijo...

Gracias Ale. Claro JPII fue grande, pero tambien lo es Benedicto XVI, su gran sucesor y amigo y no caben comparaciones. Es un gran Pastor y eso es lo importante.