Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 25 de julio de 2008

JMJ XVII Toronto 2002 (2)


Continuando las JMJ 2002 en Toronto, el dia 25 de julio 2002 los jóvenes recibían el saludo del Santo Padre Juan Pablo II “ a orillas del lago Ontario, que a nosotros nos recuerda otro lago, el de Tiberíades,- decía Juan Pablo II - a cuya orilla el Señor Jesús hizo una propuesta fascinante a los primeros discípulos, algunos de los cuales eran probablemente jóvenes como vosotros (cf. Jn 1, 35-42)." Y agregaba que a ellos - los jóvenes - los imaginaba “en camino a la sombra de la cruz del Jubileo en esta gran peregrinación juvenil que, pasando de continente en continente, quiere estrechar al mundo entero en un abrazo de fe y esperanza”.


En la Fiesta de acogida, reunidos en torno a la gran Cruz, el Santo Padre les hablo de las bienaventuranzas “las señales de tráfico que indican la dirección que es preciso seguir… un camino en subida, pero Jesús lo ha recorrido primero….dispuesto a recorrerlo de nuevo con vosotros. "El que me siga no caminará en la oscuridad" (Jn 8, 12)” Acogiendo ahora su cruz gloriosa, la cruz que ha recorrido, juntamente con los jóvenes, los caminos del mundo, dejad que resuene en el silencio de vuestro corazón esta palabra consoladora y exigente: "Bienaventurados...". Bienaventurados vosotros, si sois, como Jesús, pobres de espíritu, buenos y misericordiosos; si sabéis buscar lo que es justo y recto; si sois limpios de corazón, artífices de paz; si amáis y servís a los pobres. ¡Bienaventurados vosotros!”
Parte tradicional del programa de las Jornadas, ya el día anterior habían comenzado las catequesis - momentos de oración, debates, y reflexiones que terminaban con la Santa Misa - dictadas y acompañadas por obispos de todo el mundo, que tenían lugar en 129 templos y 7 salas, y continuarían los días siguientes; por las tardes los acostumbrados festivales juveniles (excepto el tiempo dedicado al Via Crucis) en varias zonas de Toronto con experiencias artísticas, religiosas y espirituales de jóvenes de todo el mundo. Por primera vez en la historia de las Jornadas los jóvenes también pudieron participar de una iniciativa de servicio social a la cual se unieron alrededor de 100.000 jóvenes.
En la tarde del viernes 26 de julio se vivía uno de los momentos más conmovedores de las Jornadas, el Vía Crucis, que partía desde el centro de la ciudad. Ese día también estuvo especialmente dedicado al Sacramento de la Reconciliación a orillas del lago, si bien se contaba con esa posibilidad prácticamente en cualquier punto de Toronto.
Los momentos culminantes de las Jornadas de los Jóvenes que son la Vigilia y la Celebración Eucarística final, ambos presididos por el Santo Padre tuvieron lugar en Downsview Park.

La noche del 27 de julio los jóvenes se reunieron en el gran Parque para la Vigilia de Oraciòn inspirada en el lema de las Jornadas "Sois la luz del mundo", con oraciones, música, testimonios de jóvenes de todo el mundo y el mensaje del Santo Padre que invitaba a su “querido pueblo de las bienaventuranzas” a “acoger la cruz de Cristo, testimonio del amor de Dios a la humanidad, a aclamar al Señor resucitado, luz que brilla en las tinieblas, a orar con los Salmos, y a escuchar la palabra del Señor, lámpara para nuestros pasos, luz en nuestro sendero (cf. Sal 119, 105) repitiendo la súplica de los Apóstoles: "Señor, enséñanos a orar". La oración será como la sal que da sabor a vuestra existencia y os orienta hacia él, luz verdadera de la humanidad”. En el discurso de la Vigilia el Santo Padre citó los comienzos de las Jornadas en 1985 cuando las “imaginaba como un momento fuerte en el que los jóvenes del mundo pudieran encontrarse con Cristo, el eternamente joven, y aprender de él a ser los evangelizadores de los demás jóvenes”. Invitó a meditar “¿sobre qué bases, sobre qué certezas es preciso construir la propia existencia y la de la comunidad a la que se pertenece?” “sólo Cristo es la "piedra angular" decía, “aunque el siglo XX a menudo pretendió prescindir de ella …se necesita una nueva generación de constructores…para la edificación de la civilización del amor …En la medida en que vuestra amistad con Cristo, vuestro conocimiento de su misterio, vuestra entrega a él, sean auténticos y profundos, seréis "hijos de la luz" y os convertiréis, también vosotros, en "luz del mundo". “Comunicad a todos la belleza del encuentro con Dios, que da sentido a vuestra vida….»Sed para el mundo el rostro del amor. »Sed para la tierra el reflejo de su luz”
El domingo 28 allí mismo en el Parque Downsview donde los jóvenes habían permanecido en vigilia a la intemperie capeando el clima, el Santo Padre, sucesor de Pedro, presidio la Eucaristía
junto a cardenales, obispos, y sacerdotes de todo el mundo. “Jesús ofrece una cosa; el "espíritu del mundo" ofrece otra – decía en la homilía – “El "espíritu del mundo" ofrece muchos espejismos, muchas parodias de la felicidad.. Quizá no haya tiniebla más densa que la que se introduce en el alma de los jóvenes cuando falsos profetas apagan en ellos la luz de la fe, de la esperanza y del amor. El engaño más grande, la mayor fuente de infelicidad es el espejismo de encontrar la vida prescindiendo de Dios, de alcanzar la libertad excluyendo las verdades morales y la responsabilidad personal…. El Señor os invita a elegir entre estas dos voces, que compiten por conquistar vuestra alma. Esta elección es la esencia y el desafío de la Jornada mundial de la juventud. ¿Para qué habéis venido desde todas las partes del mundo? Para decir juntos a Cristo: "Señor, ¿a quién iremos?" (Jn 6, 68). ¿Quién, quién tiene palabras de vida eterna? Jesús, el amigo íntimo de cada joven, tiene palabras de vida…. heredáis un mundo que tiene necesidad urgente de un renovado sentido de fraternidad y solidaridad humana. Es un mundo que necesita ser tocado y curado por la belleza y la riqueza del amor de Dios…. necesita testigos de ese amor…necesita que vosotros seáis “la sal de la tierra y la luz del mundo” y terminaba su homilía con una oración por los jóvenes.
En el Ángelus mismo Juan Pablo II anunció que las próximas Jornadas se celebrarían en el año 2005 en Colonia, Alemania. “Como peregrinos les decía a los jóvenes - , vuestro camino hacia Colonia comienza hoy. Cristo os espera allí para la celebración de la XX Jornada mundial de la juventud”

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