Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

domingo, 17 de agosto de 2008

Consagración del Santuario de la Misericordia Divina, en Cracovia-Lagiewniki


Hoy debo hacer una breve pausa en la “carrera” de entradas por las Jornadas Mundiales de la Juventud celebradas en agosto, para recordar el último Viaje apostólico del Santo Padre Juan Pablo II a su querida patria Polonia entre el 16 y el 19 de agosto de 2002.

El lema de su peregrinación era "Dios, rico en misericordia" y volvía a Cracovia, donde en Lagiewniki, “esta verdad tuvo su revelación particular”.


En su discurso durante la Ceremonia de de bienvenida recorrió con sus pensamientos toda la vida de Polonia y el nuevo horizonte, que no se presentaba para todos por igual pero quería compartir con todos “sus dificultades y su suerte…sus alegrías y sufrimientos, proyectos y compromisos”. A todos traía el mensaje de la esperanza que brota de la buena nueva:

Dios, rico en misericordia.


La primera etapa de su peregrinación y el primer objetivo era la visita al santuario de la Misericordia Divina para “dedicar el nuevo templo, que se convierte en centro mundial del culto a Jesús misericordioso”.



El 17 de agosto de 2002 tuvo lugar la Consagración del Santuario de la Misericordia Divina, en Cracovia-Lagiewniki. El Santo Padre “quería consagrar solemnemente el mundo a la Misericordia divina. Lo hacía “convencido de que es un lugar especial elegido por Dios para derramar la gracia de su misericordia y con el deseo ardiente que el mensaje del amor misericordioso de Dios, proclamado aquí a través de santa Faustina, llegue a todos los habitantes de la tierra y llene su corazón de esperanza”
"Oh inconcebible e insondable misericordia de Dios, ¿quién te puede adorar y exaltar de modo digno? Oh sumo atributo de Dios omnipotente, tú eres la dulce esperanza de los pecadores" (Diario, 951, ed. it. 2001, p. 341). “Repito hoy estas sencillas y sinceras palabras de santa Faustina – comenzaba su homilía el Santo Padre - para adorar juntamente con ella y con todos vosotros el misterio inconcebible e insondable de la misericordia de Dios. Como ella, queremos profesar que, fuera de la misericordia de Dios, no existe otra fuente de esperanza para el hombre. Deseamos repetir con fe: Jesús, confío en ti.”



La segunda finalidad era la beatificación en el parque Blonie el dia siguiente, 18 de agosto, de Segismundo Félix Felinski, Juan Beyzym, Sanzia Szymkowiak y Juan Balicki.
Antes de concluir la liturgia con la plegaria del Ángelus el mismo dia 18 expresaba su gratitud a todos los movimientos, grupos y personas y finalizó con estas emotivas palabras:
Te doy gracias, Blonia de Cracovia, por tu hospitalidad, demostrada tantas veces y también hoy. Que Dios te lo pague.
Quisiera añadir: ¡Hasta la vista! Pero esto está completamente en las manos de Dios. Encomiendo esto enteramente a la misericordia de Dios.


Y la tercera etapa de su viaje era una “oración de acción de gracias por los 400 años del santuario de Kalwaria Zebrzydowska, al que estoy unido desde la infancia” y en emotivas palabras el Santo Padre agregaba “Allí, por senderos recorridos en la oración, busqué la luz y la inspiración para mi servicio a la Iglesia que está en Cracovia y en Polonia, y allí tomé varias decisiones pastorales difíciles”


En la homilía de la Santa Misa celebrando el IV Centenario del Santuario de Kalwaria Zebrzydowska el 19 de agosto expresó . “ Me presento ante la Virgen de Kalwaria al igual que cuando venía como obispo de Cracovia para encomendarle los problemas de la archidiócesis y de quienes Dios había confiado a mi cuidado pastoral. Vengo aquí y, como entonces, repito: Dios te salve, Reina y Madre de misericordia”. De Kalwaria se despedía diciendo: “Cuando visité este santuario en 1979, os pedí que orarais por mí mientras viva y después de mi muerte. Hoy os doy las gracias a vosotros y a todos los peregrinos de Kalwaria por estas oraciones, por el apoyo espiritual que recibo continuamente. Y sigo pidiéndoos: no dejéis de orar -lo repito una vez más- mientras viva y después de mi muerte. Y yo, como siempre, os pagaré vuestra benevolencia encomendándoos a todos a Cristo misericordioso y a su Madre

“haz, oh Madre de Kalwaria, "que seamos uno entre nosotros y contigo".

Ese mismo dia 19 de agosto se despedìa de "Polonia, mi amada patria, (...) Dios te eleva y te trata de modo particular, pero muéstrale tu agradecimiento por ello" (Diario, 1038) con las palabras tomadas del Diario de santa Faustina. Abrazaba “con la mirada del alma” a su amada patria y un "Jesús, confío en ti" deseando “que esta sincera confesión proporcione alivio a las futuras generaciones en el nuevo milenio. ¡Dios, rico en misericordia, os bendiga!”
Sus ultimas palabras fueron “Y para concluir, ¿qué decir? Siento tener que marcharme...

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