Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

miércoles, 1 de octubre de 2008

Carta a los ancianos (1)

“ Dios mío, me has instruido desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas, ahora, en la vejez y las canas, no me abandones, Dios mío, hasta que describa tu brazo a la nueva generación, tus proezas y tus victorias excelsas ” (Sal 71[70], 17-


El 1 de octubre de 1999 en el Año Internacional de los Ancianos declarado por la ONU, el Santo Padre Juan Pablo II, daba a conocer su Carta a los ancianos.


Si bien en partes escrita en tono personal, como en confidencia, dice Juan Domínguez en Aceprensa que la carta “es sobre todo una enseñanza sobre el valor de una vejez bien vivida, "época privilegiada de la sabiduría que generalmente es fruto de la experiencia"…una etapa de la vida con sentido propio, pues "cada edad tiene su belleza y sus tareas".


El Santo Padre quiere darle un profundo sentido de himno a la vida a la Carta “los años pasan aprisa; el don de la vida, a pesar de la fatiga y el dolor, es demasiado bello y precioso para que nos cansemos de él” cantando con el Salmista “A Él me dirijo “ Dios mío, me has instruido desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas, ahora, en la vejez y las canas, no me abandones, Dios mío, hasta que describa tu brazo a la nueva generación, tus proezas y tus victorias excelsas ” (Sal 71[70], 17-18)”
Por otro lado es conciente de las vicisitudes de las cuales han sido testigo :”Al dirigirme a los ancianos – decía Juan Pablo II - , sé que hablo a personas y de personas que han realizado un largo recorrido (cf. Sb 4, 13). Hablo a los de mi edad; me resulta fácil, por tanto, buscar una analogía en mi experiencia personal. Nuestra vida, queridos hermanos y hermanas, ha sido inscrita por la Providencia en este siglo XX, que ha recibido una compleja herencia del pasado y ha sido testigo de numerosos y extraordinarios acontecimientos” Acontecimientos que han sacudido al mundo, “ nuestro siglo ha conocido luces y sombras” mucha penumbra en realidad : . odio entre diversas etnias …. pobreza extrema de amplios sectores sociales…discriminación racial y una sistemática violación de los derechos humanos en muchos países… grandes conflictos mundiales…. delirio bélico y terroríficos estragos en los campos de exterminio, auténticos Gólgotas de la época contemporánea…” . No obstante, en su espíritu esperanzador, agrega “Aunque estos recuerdos y estas dolorosas situaciones actuales nos entristecen, no podemos olvidar que nuestro siglo ha visto surgir múltiples aspectos positivos….motivos de esperanza para el tercer milenio” en todos los ordenes de la vida : “la conciencia de los derechos humanos universales … el respeto de las minorías….. La caída de los sistemas totalitarios, como los del Este europeo, el intento de un diálogo interreligioso, el reconocimiento a la dignidad de la mujer, una nueva sensibilidad ecológica…”


“Qué es la vejez? Preguntaba Juan Pablo II “A veces se habla de ella como del otoño de la vida —como ya decía Cicerón (9) —, por analogía con las estaciones del año y la sucesión de los ciclos de la naturaleza….. sin embargo, el hombre se distingue de cualquier otra realidad que lo rodea porque es persona. Plasmado a imagen y semejanza de Dios, es un sujeto consciente y responsable…”


“ Honra a tu padre y a tu madre ” “ Ponte en pie ante las canas y honra el rostro del anciano ” (Lv 19, 32) nos recuerda la Carta, máximas que a veces son tristemente olvidadas por nuestra sociedad.





Y como aun hablando a los ancianos no puede olvidar a los jóvenes les invita a estar al lado de los ancianos, con amor y generosidad y hacer lo posible para que en el entorno familiar se sientan

“ en casa ”.


Hablando del sufrimiento se identifica con los ancianos “Cuando Dios permite nuestro sufrimiento por la enfermedad, la soledad u otras razones relacionadas con la edad avanzada, nos da siempre la gracia y la fuerza para que nos unamos con más amor al sacrifico del Hijo y participemos con más intensidad en su proyecto salvífico. Dejémonos persuadir: ¡Él es Padre, un Padre rico de amor y misericordia!”


Y continúa dándonos ejemplo de entrega, gozo de vivir y esperanza “A pesar de las limitaciones que me han sobrevenido con la edad, conservo el gusto de la vida. Doy gracias al Señor por ello. Es hermoso poderse gastar hasta el final por la causa del Reino de Dio”….”Al mismo tiempo, encuentro una gran paz al pensar en el momento en el que el Señor me llame: ¡de vida a vida!”




“Deslizándome hacia la muerte, desvelo la espera,
Los ojos concentrados en un punto,
En una única resurrección…
¡Oh Dios, sólo Tú puedes
Rescatar nuestros cuerpos de la tierra!”
(Karol Wojtyla: Meditación sobre la muerte, III En el principio, el temor

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