Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 30 de octubre de 2009

Misterium iniquitatis (8) El mal y el bien en las catequesis de Juan Pablo II: (e)) El Pecado: ruptura de la Alianza con Dios


Sin perder de vista el pecado de los primeros padres las catequesis de aquí en más se dirigían a la realidad del hombre y al pecado actual “en la vida del hombre el pecado está constantemente presente, constantemente actual”. ”. Volvia a recordar Juan Pablo II que , “fuera de la Revelación, no somos capaces de percibir plenamente ni expresar adecuadamente la esencia misma del pecado, del mal moral como pecado” “En cierto sentido también el pecado "actual", perteneciente a la vida de todo hombre, se hace plenamente comprensible en referencia a ese "principio", a ese pecado del primer hombre por la . "inclinación al pecado". Ese “primer pecado" queda como el "modelo" de todo pecado cometido por el hombre personalmente” esa "desobediencia" (cf. Rom 5, 19) de la que habla el apóstol San Pablo vale también para todo otro pecado "actual" que el hombre comete. El hombre peca transgrediendo el mandamiento el mandamiento de Dios,por tanto es "desobediente" a Dios, Legislador Supremo. Esta desobediencia a la luz de la Revelación,es al mismo tiempo ruptura de la alianza con Dios. En esta Audiencia el Papa a su vez explica los grados de abusos: pecados actuales (personales), pecado mortal, grave o venial. Y habla de la “ley escrita en los corazones” “"Lex naturae" (cf. I-II, q. 91, a. 2; q. 94, aa. 5-6) de Santo Tomas, que el hombre trasgrede y desobedece.“En cierta medida todo pecado del hombre expresa ese "mysterium iniquitatis" (2 Tes 2, 7), que San Agustín ha encerrado en las palabras: "Amor sui usque ad contemptum Dei": El amor de sí hasta el desprecio de Dios (De Civitate Dei, XIV, 28; PL 41, 436).

(Mas sobre el misterio del pecado en la Exhortación Apostòlica Reconciliatio et Paenitentia)

Al hablar del pecado del hombre y el “pecado del mundo” el Papa dice "Toda la vida humana, la individual y la colectiva, se presenta como lucha, y por cierto dramática, entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas· Y también en esta oportunidad recordaba que “el hombre se nota incapaz de domeñar con eficacia por sí solo los ataques del mal... Pero el Señor vino en persona para liberar y vigorizar al hombre, renovándole interiormente" (Gaudium et spes 13)”.

“El pecado personal tiene la característica esencial de ser siempre el acto responsable de una determinada persona, un acto incompatible con la ley moral y por consiguiente opuesto a la voluntad de Dios y aun conservando su esencial carácter de acto personal, posee al mismo tiempo una dimensión socia·l, “Hablar de pecado social quiere decir, ante todo, reconocer que, en virtud de una solidaridad humana tan misteriosa e imperceptible como real y concreta, el pecado de cada uno repercute en cierta manera en los demás

Y “¿Cómo entender estas expresiones sobre el "pecado del mundo"? ,,, no se trata del "mundo" como creación de Dios, sino como una dimensión específica, casi un espacio espiritual cerrado a Dios en el que, sobre la base de la libertad creada, ha nacido el mal. Este mal transferido al "corazón" de los primeros padres bajo el influjo de la "antigua serpiente" (cf. Gen 3 y Ap 12, 9), es decir, Satanás, "padre de la mentira", ha dado malos frutos desde el principio de la historia del hombre. El pecado original ha dejado detrás de sí esa "inclinación al pecado"l. “A su vez los muchos pecados personales cometidos por los hombres forman casi un "ambiente de pecado", que por su parte crea las condiciones para nuevos pecados personales, y de algún modo induce y arrastra a ello a cada uno de los hombres. Por eso, el "pecado del mundo" no se identifica con el pecado original, pero constituye casi una síntesis o una suma de sus consecuencias en la historia de cada una de las generaciones y por consiguiente de toda la humanidad”

Explica después el Papa "el pecado social" tratado extensamente en la Exhortación Apostólica Recontiliatio et Paenitentia

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