Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

jueves, 27 de mayo de 2010

Juan Pablo II y Luján - escribe el “borrico de la Virgen de Luján” Mons. Juan Antonio Presas (2 de 3)


“Su segunda visita al País se cumplió en el mes de abril de 1987 y quiso que la imagen auténtica de Nuestra Señora de Luján estuviese presente en la Capital, para formular una solemne consagración del País. Se celebraba en Buenos Aires la Jornada Mundial de la Juventud.
El Papa junto a la Santa Imagen leyó la siguiente oración: “Ante tu imagen de la Pura y Limpia Concepción, Virgen de Luján, Patrona de la Argentina, me postro en este día aquí, en Buenos Aires, con todos los hijos de esta Patria querida, cuyas miradas y cuyos corazones convergen hacia ti. Te encomiendo y te consagro, Virgen de Luján, la Patria Argentina, pacificada y reconciliada, las esperanzas y los anhelos de este pueblo, la Iglesia con sus pastores y fieles, las familias para que crezcan en santidad, los jóvenes para que encuentren la plenitud de su vocación. Te encomiendo a todos los que sufren, a los pobres, a los enfermos, a los marginados. Virgen de Luján, Madre de la vida, haz que la Argentina entera sea fiel al Evangelio, y abra de par en par su corazón a Cristo, el Redentor del hombre”.

Las palabras y las dos visitas de Juan Pablo II han infundido nueva llama en el pueblo argentino, reforzado y aumentado en las almas el cariño y el amor a la Santa Virgen de Luján. Un hecho muy importante debemos anotar aquí. Cuando nuestra Nacion y la República de Chile por cuestiones de límites en las islas y el mar austral se hallaban a punto de declararse la guerra, pidió nuestro País con la aceptación del gobierno chileno, la mediación papal: y fue el Cardenal Antonio Samoré el encargado de representar al Papa en el estudio de las negociaciones del Beagle. EL Cardenal Samoré al comenzar sus gestiones visitó el Santuario de Luján y luego en Chile el de Maipú, donde tiene su trono la Patrona de Chile. Juan Pablo II se expresaba en 12 de diciembre de 1980 en estos términos: “Como no va a ofrecernos su protección Aquella a quien vuestro pueblo ha dado el Título de Emperatriz de América? ¿Cómo no va a escuchar María Santísima las oraciones de sus hijos argentinos y chilenos, que con tanto cariño y con tanta confianza a Ella acuden en Lujan y Maipú? Felizmente la Virgen puso su mano y se consolidó la paz.
Otro hecho del Santo Padre que nos habla de su estima a Luján tuvo lugar en junio de 1987, al celebrarse la apertura del Año Mariano Universal. Quiso Su Santidad abrirlo con el rezo del Santo Rosario, transmitido por Mundovisión en 16 Santuarios Marianos del mundo católico. Uno de ellos fue Luján. Nuestro Santuario tuvo la dicha en esa ocasión de que su nombre y el de su Santa Imagen recorriesen el mundo entero. El final del acto, con el canto de la Salve y el adiós al Papa, con el agitar de banderitas y pañuelos, fue realmente emocionante.

El domingo 11 de agoto de 1991, el Papa desde su Palacio Apostólico de Castelgandolfo anuncia a los peregrinos que en el próximo V Centenario de la evangelización de América deseaba hacer, con ocasión del rezo dominical del Ángelus, un recorrido por los distintos santuarios marianos del mundo iberoamericano. Y el 1 de septiembre y desde le mismo lugar, decía: “Continuando en nuestro recorrido espiritual por los distintos santuarios marianos de Iberoamèrica, hoy me postro a los pies de Nuestra Señora de Luján, en Argentina, y le imploro que proteja siempre a los hijos de aquella amada Nación y de todo América Latina”.
Y el domingo 22 de marzo de 1992 volvía el Papa a peregrinar espiritualmente al “Santuario Nacional de Nuestra Señora de Luján” y le pedía a la Virgen Santísima “descubrir nuestra misión cristiana” y agregaba que “su Santuario encerraba un mensaje de fe y esperanza para toda América Latina”.
Como final del capitulo traigamos esta anécdota. El jueves 11 de mayo de 1989 en Roma, un sacerdote argentino tuvo la dicha de concelebrar con el Santo Padre en su Capilla privada y al saludarlo luego personalmente le dijo: “Santo Padre. Soy argentino. No olvide a Luján”. Un instante de emotiva espera y enseguida el Papa, levantando la mano, como para afirmar su palabra, respondió: “Encomiéndeme a la Virgen de Lujan”. Sabemos que dicho peregrino procura cumplir tal pedido.”
Juan Antonio Presas

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