Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

miércoles, 17 de julio de 2013

La Divina Misericordia: el Mensaje del bien que vence el mal por Miroslaw Mróz (3 de 4)


La misericordia de Dios significa también hablar del amor de Dios-padre., que es absolutamente fiel al propio eterno amor por el hombre y que ofrece siempre de nuevo a su Unigénito para que quien mire al Crucificado vea también al Padre, es decir al Amor más potente de  cualquier género de mal. Juan Pablo II subraya con claridad: «Creer en tal amor significa creer en la misericordia. Esta es, en efecto, la dimensión indispensable del amor, es como su segundo nombre».

Para el Papa está claro que la cruz de Cristo es también una revelación radical de la misericordia. Es aquí donde el amor va al encuentro del hombre herido en su historia por el pecado y se transforma en misericordia. El mismo amor se confirma también más potente que el pecado para quien participa con fe en la gracia de la muerte y resurrección del Hijo.

Pero para conocer y tener plena conciencia de la Misericordia de Dios Padre es importante comprender la naturaleza del pecado: eso es una prueba de degradar el plan salvífico de Dios. El pecado, en cuanto misterium iniquitatis, excluye a Dios de la historia del hombre, procura la ruptura con Dios, niega a Dios y su palabra. No sorprende, por tanto, que un semejante acto ejecutado con plena libertad comprometa no solamente el equilibrio interior del hombre sino también el tejido que lo une a los demás hombres y a toda la creación.

Efectivamente, no es el amor que se convierte en ley, sino el odio, y las etapas de elevación y de refuerzo del orden divino son sustituidos por el pecado, que arrastra consigo todo, convirtiéndolo en sinónimo de la revolución contra Dios y de desobediencia hacia El. Es significativo que Juan Pablo II no se detuviese nunca sobre esta impiedad de los hombres sino que se concentraba más bien sobre el misterium misericordiae que vence al pecado.” .


(Totus Tuus Nro 3, mayo-junio 2009, Boletín de la Postulación de la causa de Beatificación y Canonización del Siervo de Dios Juan Pablo II) 

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