Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

jueves, 25 de septiembre de 2014

Juan Pablo II y los santuarios marianos de Emilia Romagna

El domingo 5 de junio el Papa Juan Pablo II visitaba Emilia Romagna, y como acostumbraba hacerlo durante los Ángelus/Regina Caeli del año Mariano 1987-1988 también este domingo, además de estar presente en la región, hacia su peregrinación espiritual a los demás santuarios marianos de la región, donde no podía presentarse personalmente. Entre ellos "peregrinaba" en el Ángelus a los Santuarios de :

 LaVirgen de Ponticelli  en Carpi del siglo XVI, restaurada varias veces en los siglos siguientes, donde se venera la Virgen de Ponticelli sentada con el Niño en brazos.

LaVirgen del Castillo, en Fiorano  parroquia que el 27 de septiembre de 1989 fue elevada al título de Basilica Menor por el Papa Juan Pablo II.


La Virgen de los Dolores, en San Pedretto,   construida por iniciativa del Arzobispo Carlos Borromeo, santo patrono de Karol Wojtyla.

Nuestra Señora de la Consolación,  en Bedonia, nominada, a pedido del Obispo de Piacenza,  a la dignidad de Basilica Menor en 1978 por el Papa Juan Palbo II.






“El rezo del "Ángelus", nos sitúa, dentro de Italia, en el horizonte marcado por la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo” comenzaba diciendo en su Ángelus dominical el Papa Juan Pablo II y continuaba : “Como he escrito en la Encíclica Redemptoris Mater, "la piedad del pueblo cristiano ha establecido siempre un profundo vínculo entre la devoción a la Virgen Santa y el culto de la Eucaristía (...). María guía a los fieles a la Eucaristía" (n. 44). Vuestra tierra, que estos días visito, tiene como una constelación de santuarios consagrados a María. “ y nombraba los santuarios descriptos mas arriba)
“Son oasis de oración, de penitencia, de reconciliación – decía el Papa - , donde los habitantes de Emilia hallan en María el consuelo y el vigor para poder caminar conforme con el Evangelio exigente y dulce de Jesús. María nos conduzca con maternal ternura a la Eucaristía: nos ayude a revivir sacramentalmente, en el sacrificio de la Misa, la muerte y resurrección de Cristo, a redescubrir la presencia real del Verbo encarnado y redentor, Sacerdote y Víctima por nosotros los hombres y por nuestra salvación. De la mediación materna de la Señora y de la Iglesia recibimos este don que hace soportable, alegre y constructiva nuestra existencia.

 “El rezo del "Ángelus", nos sitúa, dentro de Italia, en el horizonte marcado por la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo – decía Juan Pablo II en su ángelus – y agregaba “Como he escrito en la Encíclica Redemptoris Mater, "la piedad del pueblo cristiano ha establecido siempre un profundo vínculo entre la devoción a la Virgen Santa y el culto de la Eucaristía (...). María guía a los fieles a la Eucaristía" (n. 44).

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