Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

martes, 9 de junio de 2015

Haced un mundo explícitamente más divino

Aunque la visita del Papa Juan Pablo II a la Republica Dominicana durase tan solo 22 horas los dominicanos se sintieron sumamente orgullosos al transmitir su recibimiento vía satélite en lo que fuera la primera transmisión de este tipo en la nación y la ceremonia pudiera ser vista por unos 500 millones de personas.
El 25 de enero de 1979 desde la Catedral de Santo Domingo el Papa saludo a todos los fieles y pidió un momento de oración por intercesión de Nuestra Señora de Altagracia.

En la homilía de la Misa celebrada más tarde en la Plaza de la Independencia invitó a los “ cristianos a comprometerse en la construcción de un mundo más justo, humano y habitable, que no se cierra en sí mismo, sino que se abre a Dios.
Hacer ese mundo más justo significa, entre otras cosas, - decía - esforzarse porque no haya niños sin nutrición suficiente, sin educación, sin instrucción; que no haya jóvenes sin la preparación conveniente; que no haya campesinos sin tierra para vivir y desenvolverse dignamente; que no haya trabajadores maltratados ni disminuidos en sus derechos; que no haya sistemas que permitan la explotación del hombre por el hombre o por el Estado; que no haya corrupción; que no haya a quien le sobra mucho, mientras a otros inculpablemente les falte todo; que no haya tanta familia mal constituida, rota, desunida, insuficientemente atendida; que no haya injusticia y desigualdad en el impartir la justicia; que no haya nadie sin amparo de la ley y que la ley ampare a todos por igual; que no prevalezca la fuerza sobre la verdad y el derecho, sino la verdad y el derecho sobre la fuerza; y que no prevalezca jamás lo económico ni lo político sobre lo humano.

Y agregaba : “Pero no os contentéis con ese mundo más humano. Haced un mundo explícitamente más divino, más según Dios, regido por la fe y en el que ésta inspire el progreso moral, religioso y social del hombre. No perdáis de vista la orientación vertical de la evangelización. Ella tiene fuerza para liberar al hombre, porque es la revelación del amor. El amor del Padre por los hombres, por todos y cada uno de los hombres, amor revelado en Jesucristo.“Porque tanto amó Dios al mundo, que le dio su unigénito Hijo, para que todo el que crea en El no perezca, sino que tenga la vida eterna” (Jn 3, 16).”

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