Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 19 de junio de 2015

Historia de Karol – la puerta del arzobispado abierta a todos (1 de 2)


Calle Franciszkanska, n.3. Un edificio sin mayores pretensiones, color amarillo ocre, de dos pisos, parecido a muchos otros en la vieja ciudad de Cracovia. Un portón negro pesado da acceso a un pórtico bajo el cual, a la izquierda, está el ingreso a la Curia metropolitana. A la derecha, una galería conduce a una doble puerta y allí detrás una gran escalera de piedra con escalones gastados lleva a los pisos superiores. Sobre las paredes, inmensos retratos de todos los predecesores de Karol Wojtyla (….)
En el primer piso, frente a la escalera la capilla, cuyas paredes serán después revestidas de una especie de mármol tono marfil. De la época de Wojtyla quedara solo el cielorraso artesonado rojo oscuro, verde profundo y azul noche. En la capilla donde está su reclinatorio, el arzobispo inicia la jornada invariablemente a las 5.30, hora en que fuera el primer tranvía va despertando los barrios con su chirriante sonido metálico.
El arzobispo Wojtyla ha sido, y seguirá siendo, un hombre de oración.
Todos los días pasa muchas horas en la capilla, donde llega antes del amanecer para recobrar fuerzas, buscar inspiración y preparar la jornada. Es allí donde, a las 7, celebra la santa Misa en presencia de algunas religiosas o de algún colaborador (….)
A las 8 regresa al palacio para el desayuno preparado por las religiosas (queso fresco, huevos duros y leche). Pero el arzobispo no se demora y va rápidamente a recluirse a la capilla. A la izquierda del altar ha hecho colocar un atril especial, con un entrepaño plegable, de madera, junto a una silla y a un reclinatorio. Así puede arrodillarse y meditar o sentarse para leer o escribir. Cerca se ha colocado una estufa y una lámpara de pie. Todo calculado. En poco fanático el arzobispo quien, para asegurase que no le molesten, cierra la puerta de la capilla con llave.
En aquel lugar, inmerso en el silencio, escribe delante del Santísimo Sacramento no solo homilías y cartas pastorales, comunicados episcopales. A las 11, el arzobispo sale de la capilla y se dirige a las salas del edificio donde suele recibir (…)
La puerta del salón del arzobispo Wojtyla está abierta a todos. Recibe a quien lo solicite, y para verlo a veces se forma una fila que implica más de dos horas.  Todo parroquiano de Cracovia sabe que puede encontrar al arzobispo sin previo aviso para presentarle cualquier problema personal (…)
A las 13.30 la fila llega a su término y el arzobispo se sienta a la mesa, no sin antes haber invitado al último visitante a compartir el almuerzo con él (…)
Terminado el almuerzo, diez minutos de siesta – en el sillón, para evitar un sueño profundo – solo entonces, después de un rápido repaso con el secretario sobre los temas del día, Wojtyla se concede un breve paseo (…)

Después inicia el maratón diario de visitas en las parroquias y  ceremonias en los cuatro puntos de la región (…)

Bernard Lecomte: Giovanni Paolo II - La biografia (Baldini Castaldi Dalai editore, 2004)

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