Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

sábado, 10 de septiembre de 2016

Karol Wojtyla: su amada Cracovia (2 de 2)

El sacerdote Karol Wojtyła vivió en la calle Kanonicza, donde hoy se encuentra el Museo del Arzobispado, no sólo a partir de su nombramiento como obispo sino ya antes, en los años cincuenta, cuando era profesor en la Universidad de Lublin. Hoy, en aquel palacio, su habitación y sus objetos personales ocupan un lugar privilegiado.
 Las religiosas que trabajaban allí en aquel tiempo recuerdan que el joven profesor, ya con su doctorado bajo el brazo, cuando se acercaba la hora de sacar agua del aljibe, estaba siempre dispuesto a darle una mano a la religiosa de turno.  “Y ya obispo y cardenal siempre veía junto a si al prójimo” recuerda el señor Jozef Mucha, su chofer durante 14 años. Recuerda también la tarta de tres pisos que el Cardenal confiscó durante una fiesta para llevarla al grupo de pastoral juvenil. “Nosotros no necesitamos comer esta tarta – le dijo al casero – llevémosla a los jóvenes”…. Al Cardenal Wojtyła le gustaba mucho la lecha cuajada y era capaz de sacrificar cualquier comida – prosigue el señor Mucha sonriendo – antes de algún almuerzo especial,  pero sobre todo antes de las grandes festividades, las religiosas debían esconderla muy bien”.


La calle Franciszkánska está estrechamente ligada a la persona de Karol Wojtył. Fue ordenado sacerdote en la capilla del Palacio Arzobispal, y regresó allì como cardenal.  Ocupaba el primer piso con la famosa ventana  desde donde se asomó como Papa, durante su primer viaje apostólico a Polonia. Todos los días los habitantes de Cracovia, mirándola, esperaban ver aparecer una figura blanca. ¡Cuánta alegría se apdoerò de sus corazones cuando elnuevo Pontìfice Benedicto XVI, siguiendo a su predecesor, les saludò desde aquella misma ventana!  En frente esta la Basìlia de San Francisco, donde el Cardenal  Wojtyła pasaba tantas horas en oración. Hoy su “banco” lleva una pequeña placa.


Desde aquí mismo, desde la calle Franciszkanska, Karol Wojtyła partió para el Conclave de 1978 para no regresar más a su amada Cracovia. Aquel momento el señor Mucha lo recuerda asì: “Cuando le llevé la noticia de la muerte del Papa Juan Pablo I,  el cardenal Wojtyła estaba sentado a la mesa almorzando. Escuche un fuerte ruido. Al recibir la noticia algo se le cayó de las manos al Cardenal. Después lo acompaño al aeropuerto, “Buen viaje, Eminencia, y hasta muy pronto” le dije. El cardenal después de un profundo y triste suspiro me respondió “Nunca se sabe”.
  

Aleksandra Zapotoczny

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