Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

domingo, 24 de diciembre de 2017

Nos postramos ante el Hijo de Dios



“Nos postramos ante el Hijo de Dios. Nos unimos espiritualmente a la admiración de María y de José. Adorando a Cristo, nacido en una gruta, asumimos la fe llena de sorpresa de aquellos pastores; experimentemos su misma admiración y su misma alegría.
Es difícil no dejarse convencer por la elocuencia de este acontecimiento: nos quedamos embelesados. Somos testigos de aquel instante del amor que une lo eterno a la historia: el "hoy" que abre el tiempo del júbilo y de la esperanza, porque "un hijo se nos ha dado. Sobre sus hombros la señal del principado" (Is 9,5), como leemos en el texto de Isaías.
Ante el Verbo encarnado ponemos las alegrías y temores, las lágrimas y esperanzas. Sólo en Cristo, el hombre nuevo, encuentra su verdadera luz el misterio del ser humano.
Con el apóstol Pablo, meditamos que en Belén "ha aparecido la gracia de Dios, portadora de salvación para todos los hombres" (Tt2,11). Por esta razón, en la noche de Navidad resuenan cantos de alegría en todos los rincones de la tierra y en todas las lenguas.

Esta noche, ante nuestros ojos se realiza lo que el Evangelio proclama: "Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él...tenga vida" (Jn 3,16).

¡Su Hijo unigénito!

¡Tú, Cristo, eres el Hijo unigénito del Dios vivo, venido en la gruta de Belén! Después de dos mil años vivimos de nuevo este misterio como un acontecimiento único e irrepetible. Entre tantos hijos de hombres, entre tantos niños venidos al mundo durante estos siglos, sólo Tú eres el Hijo de Dios: tu nacimiento ha cambiado, de modo inefable, el curso de los acontecimiento humanos.”


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